Todo parece indicar que ha sido un triunfo de Donald Trump. A doce días de iniciada la guerra directa entre Israel y la República Islámica de Irán, el jefe de la Casa Blanca anunció con bombos, platillos y palabras rimbombantes el cese del fuego. El éxito alcanzado con ese cese de hostilidades podría evitarle el juicio político que, en condiciones institucionales normales, debería afrontar cualquier presidente que ordene un ataque militar en el exterior sin la aprobación del Congreso.
“Dios bendiga a Israel, Dios bendiga a Irán, Dios bendiga a los Estados Unidos” decía, poco después de haber agradecido al régimen de los ayatolas que les avisara con tiempo del ataque a la base norteamericana en Qatar, dejando a la vista que no fue una acción de guerra sino una necesidad iraní después del bombardeo norteamericano a Izfahan, Fordou y Natanz. Nunca son las frases ni las palabras más adecuadas, pero reflejaban una euforia con basamento.
Tras cumplirse la hora señalada para el cese de hostilidades, hubo nuevos intercambios de ataques y Trump estalló. “Esos tipos están locos” y frases por el estilo disparó a mansalva contra Alí Jamenei y Benjamín Netanyahu.
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Su enojo con el primer ministro israelí venía de antes. Que rompiera el alto el fuego que él había proclamado para la Franja de Gaza le causó una indignación que expresó con gestos, como su viaje a Arabia Saudita y Qatar sin pasar por Israel y su encuentro con Ahmed Al Sharaa, el actual líder sirio que en sus tiempos de Al Qaeda tenía por nombre yihadista Abú Muhamad al Golani porque su objetivo era quitar a Israel las Alturas del Golán para reintegrarla a Siria.
Las violaciones que Irán e Israel hicieron al alto el fuego no lo destruyó porque el objetivo no era destruirlo, sino quedarse con el último golpe sobre el enemigo. En todas las guerras y batallas hay fuerzas inerciales que impiden que todas las acciones bélicas se corten totalmente al entrar en vigencia el cese de hostilidades que se haya pactado.
¿Quién ganó y quién perdió en esta guerra? Si bien todos tuvieron alguna razón para mostrarte victorioso, el jefe de la Casa Blanca fue quien más motivo para festejar tuvo, mientras que el ayatola Alí Jamenei el que debió forzar la realidad para mostrar algo que se pareciese a un triunfo.

Netanyahu tuvo más razones visibles para proclamarse victorioso, pero está claro que, de ser por él, y siempre que siguiera contando con los suministros norteamericanos, habría continuado la guerra hasta matar a Jamenei o derribar la teocracia persa. Si finalmente ordenó cesar cualquier tipo de ataque contra Irán, fue porque Trump le ordenó que así lo hiciera. Y se lo dijo de mal modo.
Por cierto, haber eliminado toda la alta cúpula militar iraní y los seis científicos que dirigían el programa nuclear, además de destruir instalaciones nucleares y un buen número de lanzaderas de misiles balísticos, es una buena razón para establecer que Israel salió de esta guerra mucho mejor posicionado, aunque Irán logró que varios de sus proyectiles de largo alcance vulneraran el sistema Arrow de misiles interceptores proyectiles de largo alcance que tiene Israel, produciendo postales de destrucción como nunca antes se habían visto de Tel Aviv, Haifa, Beer Sheva y otras urbes israelíes.
¿Qué puede ocurrir de ahora en más? Una posibilidad es que la guerra se reinicie cuando alguna de las partes sienta que ha recuperado fuerzas o tenga la posibilidad de asestar un golpe devastador al enemigo. Otra posibilidad, la mejor pero también la menos probable, es que se inicien negociaciones con vistas a un acuerdo de paz. Finalmente, la mejor de las posibilidades con más probabilidad de darse es lo que podríamos llamar un “Paralelo 38”, en referencia a la línea que divide la península de Corea en dos países que nunca la atravesaron para reiniciar las acciones bélicas que detuvo en 1953 la firma de un armisticio.
Las Coreas nunca firmaron un acuerdo de paz. Técnicamente, Corea del Sur y Corea del Norte siguen en guerra. Pero aquel armisticio que detuvo los combates iniciados en 1950, lleva 72 años rigiendo, o sea impidiendo el reinicio de la guerra.