El jueves 10 de abril una imagen pública del papa Francisco provocó todo tipo de cuestionamientos y puso en discusión los cuidados que recibió después de pasar 37 internado por una grave enfermedad respiratoria.
Aquella tarde, el Sumo Pontífice visitó la basílica de San Pedro con un atuendo inusual. Estaba en silla de ruedas, con bigotera para el oxígeno, y vestía una camiseta blanca, pantalones oscuros y un poncho posado a modo de manta sobre el pecho, en una imagen muy diferente de la habitual con el hábito papal blanco.

El aspecto desprolijo de Jorge Bergoglio causó controversia entre los fieles y muchos apuntaron hacia su entorno, según informó Sergio Rubin, periodista de TN.
Oficialmente, la Oficina de Prensa del Vaticano explicó que el Papa estaba dando un paseo por el interior de Santa Marta y en un momento pidió ir a rezar a la basílica. Allí observó a restauración de la zona de Cátedra y oró en la tumba de Pío X.
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La versión de la Santa Sede no fue suficiente aquel día. Algunos aseguraron que no se trató de una decisión propia sobre la marcha sino que “fue engañado para mostrar una imagen de un pontífice deteriorado, que no es totalmente dueño de sus actos y no está en condiciones de seguir conduciendo la Iglesia”.

Otro dato que mencionó Rubin es que la inesperada visita de Francisco a la basílica de San Pedro no fue informada en los medios del Vaticano, lo que alimentó las inquietudes.
Para ese entonces el Papa cumplía 12 días del alta médica después de permanecer 37 jornadas internado en el hospital Gemelli por una neumonía bilateral. Los médicos habían señalado que debía extender su recuperación “al menos dos meses más” en la residencia del Vaticano donde finalmente este lunes murió.