La tos convulsa —o coqueluche— atraviesa uno de los brotes más importantes de los últimos años en Argentina. En solo seis semanas, los casos confirmados se duplicaron y la circulación de la enfermedad se expandió con más fuerza que en 2024, según los datos actualizados del Ministerio de Salud de la Nación. La situación encendió todas las alarmas: siete niños menores de dos años murieron, entre ellos tres recién nacidos.
Hasta mediados de noviembre, el país registró 5.110 casos sospechosos y 688 confirmados, lo que representa una incidencia acumulada de 1,45 casos cada 100.000 habitantes. Las cifras no solo superan ampliamente a las del mismo período de los últimos cuatro años, sino que ya están por encima del registro de 2023, cuando Salta lideró las notificaciones nacionales.

El brote no se concentra en una única jurisdicción. Además de Tierra del Fuego, donde comenzó el alerta epidemiológico, Córdoba, Buenos Aires, Salta, Mendoza, Santa Fe y Ciudad de Buenos Aires son los distritos que más consultas registran por síntomas compatibles: tos persistente, catarro y episodios de asfixia en lactantes.
La tos convulsa es una enfermedad respiratoria altamente contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis. Se transmite con extrema facilidad al toser, hablar o estornudar. Aunque puede afectar a personas de todas las edades, los bebés menores de seis meses y los niños sin vacunación completa son quienes corren mayor riesgo de evolucionar a cuadros graves.
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El Ministerio de Salud precisó que cuatro de los siete niños fallecidos tenían menos de seis meses y ninguno figuraba en el Registro Nominalizado de Vacunación (Nomivac) con las dosis correspondientes. Los otros tres eran recién nacidos de madres que no habían recibido la vacuna durante el embarazo, una protección fundamental para los primeros meses de vida del bebé.
Los especialistas recuerdan que la enfermedad cursa en tres fases:
- Etapa catarral, similar a un resfrío.
- Fase paroxística, con ataques de tos intensos que pueden provocar vómitos, fatiga extrema o episodios de apnea en bebés.
- Convalecencia, una recuperación lenta que puede extenderse por semanas.
En los lactantes, el cuadro a menudo se presenta de forma atípica: puede no haber tos y sí episodios de coloración azulada o dificultades respiratorias bruscas que obligan a internación.

Vacunas, la clave para evitar muertes
El calendario nacional incluye la vacuna cuádruple (DTP-Hib) y la triple bacteriana acelular como principal barrera contra el coqueluche. Se aplican cinco dosis entre los 2 meses y el ingreso escolar, además de un refuerzo obligatorio a los 11 años. Las embarazadas deben recibir una dosis en cada gestación para transferir anticuerpos protectores al bebé.
En un contexto de brote, los organismos internacionales recomiendan que los niños sin esquema completo no asistan a escuelas ni reuniones públicas y que se mantengan aislados de personas infectadas hasta al menos 14 días después del último caso reportado.
Con una transmisión en ascenso y una letalidad elevada en lactantes, la advertencia de los epidemiólogos es clara: reforzar la vacunación es la herramienta más eficaz para cortar la circulación de la bacteria y evitar nuevas muertes.



